29 ene 2021

IN MEMORIAM DE DON JOSÉ CASTELLANO BENÍTEZ (Inspector de Educación jubilado)

 

 

Los compañeros de la Inspección Educativa de Canarias hemos recibido con mucha tristeza el fallecimiento del inspector de educación don José Castellano Benítez. Tras larga enfermedad ha dejado a su familia y amigos con gran dolor por tan sentida marcha.

 

Pepe Castellano dedicó su vida al magisterio canario, con entrega, seriedad y mucha humildad. Natural de Santa María de Guía, Inició sus pasos en la carrera docente cuando el año 1965 aprobó las oposiciones, con el número uno de su promoción. Obtuvo su primer destino en la Escuela Nacional de Puerto del Rosario. El año siguiente trabajó en Alfabetización de Vecindario durante un curso escolar. En 1968 y hasta 1970 fue destinado al C.N. Calvo Sotelo realizando tareas de pedagogía terapéutica.  Interesado por la disciplina que realizaba, solicitó destino en educación especial en Prat de Llobregat. Acudió a clases, durante cinco años, y obtuvo la licenciatura en Psicología en la Universidad de Barcelona, en horario de seis a diez de la noche. Una vez que volvió a su tierra obtuvo destino en el C.N. Generalísimo Franco (actual C.E.I.P. Canteras). A finales de los setenta formó parte, como fundador y por tanto como pionero, del primer Equipo de Orientación de la provincia (Servicio de Orientación Escolar y Vocacional). A partir de 1982 accedió, como interino, al Servicio de Inspección, obteniendo su plaza definitiva en 1986, por concurso oposición. En enero de 1990  y hasta su jubilación en el año 2006, sería el inspector coordinador de la provincia de Las Palmas. Ese mismo año, a propuesta de la Consejería de Educación, obtuvo la Cruz de Alfonso X el Sabio de manos de la ministra del ramo, por los méritos obtenidos en su dilatada carrera.

 

Conocí a Pepe Castellano en 1984 en Jinámar, siendo yo director del C.N. Fernando del Castillo (actualmente CEIP José Tejera). Me llamaba la atención su capacidad de liderazgo y asesoramiento. Tenía un trato muy cercano y humanitario, virtud muy necesaria en la zona de trabajo que ocupábamos. Allí trabajamos, junto al resto de los directores, en la escolarización del numeroso alumnado que ocuparon los colegios. El trabajo fue duro y complicado, pues estábamos desbordados. Jamás lo vi desfallecer en la tarea tan complicada que nos ocupó por la entrega de tantas viviendas sociales. Quién me diría que tras su marcha de la zona, me ofrecieron ingresar en la inspección y lo tendría como jefe durante toda mi estancia en el servicio. Formó parte de mi tribunal de oposición en el año 1989 y al aprobar me convenció para que tomara la plaza de Fuerteventura.

 

De Pepe Castellano solo tengo palabras de agradecimiento por su trato y deferencia hacia mi persona. Largas charlas para escuchar y luego asesorar, reuniones de coordinación con todos los compañeros con el fin de informar, poner a punto interpretando la normativa y como consecuencia de ello una sola voz inequívoca de los componentes del servicio hacia los centros educativos. La toma de decisiones con templanza, usando el tiempo como un modelo eficaz de actuación  y ajustada a la normativa. No había horario para las consultas, ya fuera en su despacho, tomando un café o llamándolo a casa en tiempo de descanso. Jamás le escuché una palabra más alta que otra, jamás un desdén, jamás una orden sin un <<a ti que te parece si lo haces así…>>. Pepe era un compañero más que se involucraba en el problema que fueras a plantearle.

 

La Inspección Educativa de Las Palmas, bajo su jefatura, era una máquina bien engrasada y ajustada que tenía prestigio por su seriedad y dedicación. Estos días he leído en el grupo de watsApp de los compañeros jubilados, muchísimas palabras de afecto y agradecimiento y ningún reproche. Sería imposible reproducirlas en este medio. En el fondo y resumen de todas esas opiniones: José Castellano fue un  profesional honesto, un trabajador incansable, gran compañero y amigo que dejó el listón muy alto en el magisterio canario.   

 

Estamos, por tanto, ante la pérdida de un docente que ha hecho escuela en su parcela y que jamás debe olvidarse como referente para los futuros profesionales de la educación en Canarias.

 

El día nueve de febrero de 2007 recibió el homenaje merecido de los compañeros en el Gabinete Literario. Allí estuvimos todos. Recuerdo que escribí un poema para el momento y que leyó el amigo Gorgonio Martín Muñoz (D.E.P.) pues yo no me sentía con fuerzas para leerlo. Hoy merece que lo recuerde, pues con el papel escondo mis sentimientos de mejor manera. Decía así:

 

Estoy delante del papel y veo al amigo./ Estoy metido en el reconocimiento./ Escucho que me dices que sea conciso/ ¿Cómo las horas? ¿Cómo el tiempo? / Me pregunto: ¿Cómo puedo ser sucinto si no lo deseo?/  Vueltas al pensamiento./  Debo decir lo de la amistad y el respeto,/ lo de la paciencia y el buen entendimiento./

Continúo con el papel y veo al amigo./  Sigo metido en el reconocimiento./ Escucho que me dices que sea generoso./ ¿Cómo en la entrega? ¿Cómo en la equidad?/ Me pregunto: ¿Qué pasará si no digo/ lo de la seriedad?/  Sigo en el razonamiento./ Debo decirlo, así como lo de la consideración,/ la cortesía y la continua deferencia./ Estoy delante del papel y sigo viendo al amigo.

 

Aquella noche y al día siguiente me llamó a casa y me agradeció mis palabras. Él era así “gentil hombre de la educación”. Lo vamos a echar de menos en nuestras reuniones de jubilados del servicio. La última vez que vino a una de ellas me tocó llevarlo a casa. Ya se notaba que perdía facultades y que la maldita enfermedad iba ganando terreno. Así y todo hacía esfuerzos por seguir la conversación. Lo dejé en la esquina de casa y esperé hasta que entró en su domicilio. Caminaba con porte y me hizo recordar una foto, tomada por un periodista, ocasionalmente, de él que vi en la prensa un día de lluvia por la calle Primero de Mayo. Su pantalón gris, su chaqueta azul marino, su paraguas y el maletín, todo un lord paseando por Piccadilly . Creo que fue la última vez que coincidimos.

 

Quiero enviar un abrazo a su esposa Dory, a sus hijos Miriam, Raúl e Iván y a toda la familia. No puedo olvidar a todo el magisterio canario que ha mostrado su pesar por la marcha de Pepe y si me lo permiten quiero hacer un apartado especial para enviar mis condolencias también a todos los miembros, en activo y jubilados, del Servicio de la Inspección Educativa de Canarias.

 

Que descanse en paz José Castellano Benítez y permanezca con nosotros su recuerdo.

 

 

                                               


                                               Foto cedida por José Manuel Vega (AEDE). Pepe Castellano en Notre Dame de Paris