Lamento
comunicarles el fallecimiento, anoche, de mi tío Quino (Joaquín Reguera
González). Digo tío porque era el menor de los hermanos de mi madre. Debido a
su edad, cuando se casaron mis padres en Arrecife en 1942, era aún un
adolescente que con la llegada de mi hermano Pepe Nieto (DEP) se convirtió en
nuestro hermano mayor. Así ha sido siempre, tanto él como mi tía Lola e hijos
(Toñusa, Mariola, Carolina y Ricardo Joaquín) que han sido nuestra familia
natural.
Los Bermejos (Lanzarote). Lugar donde se criaron los Reguera.
Hacía tiempo que estaba ingresado y estos dos meses de alejamiento
“obligatorio” han resultado desesperante para nosotros. Qué duro es la
enfermedad de un ser querido y qué desgarrador pasar los últimos meses y la
despedida, sin poder estar a su lado para que sintiera nuestro cariño y
agradecimiento, por tantos años de entrega. Pero bueno, entendemos que la
situación lo requería, pero jamás vamos a poder olvidar esta prueba que nos ha
puesto la vida.
Acompaño mi dolor con el mismo sentimiento de mis primos,
nombrados anteriormente, como el resto de toda la familia Reguera, nietos y
bisnietos.
En estos momentos es muy fácil que se escapen palabras fáciles de alabanzas, no
quisiera que se interpretaran de ese modo; así, pues quien lo conoció
compartirá conmigo que fue un ser adorable, bondadoso, amable, enamorado de su
esposa desde que eran unos niños, padre ejemplar, trabajador y cariñoso para
los mayores y chinijos de la familia.
Mi tío y mios hermanos frente a la casa do0nde nacieron en El Charco de San Ginés
El día que mi madre se puso de parto en
La Isleta, él la acompañaba en casa y corrió a buscar a la partera para que yo
viniera al mundo. Con él di mis primeros pasos en su casa de la calle Bolivia
en Guanarteme. Junto a él hemos vivido todas las alegrías y tristezas de
nuestras vidas. Amaba a mis padres y los acompañó hasta el último segundo de
sus vidas. Visitas a médicos, turnos de clínica, como uno más de mis hermanos,
llamadas diarias a casa, toda la vida, día a día, para saber como estábamos
todos y cada uno de nosotros. Eso es querer a su familia y no vamos a olvidarlo
jamás.
Permítanme que mande un abrazo muy fuerte a mi tía Lola que lo ha
acompañado desde la niñez, siempre juntitos y que se amaron cada día de sus
vidas, que está pasando la marcha de mi tío con todo el dolor que ello
conlleva.
Nada más, mis besos para mi tío y que descanse en paz tras la dura
prueba final, totalmente inmerecida, cuando además de sus labios no salió una
simple queja.
Te querremos siempre “Maquinilla”.
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