17 ago 2022

A Aurora Barbuzano (17. 08. 2022)

 





Ella es nuestra vecina. Lo fue siempre, desde que llegamos a vivir a Suárez Naranjo en el barrio de Arenales. Puerta con puerta y pared con pared. Un golpe con el puño sobre el tabique medianero, alertaba de que algo se necesitaba por alguna de las dos familias.


Dice Aurora que sus niños se criaron a medias entre su casa y la nuestra, Nosotros éramos mayores, pero un llanto, aunque fuera de capricho de sus niños, levantaba del sofá a Antonia (mi madre) y al segundo tocaba en la puerta para recoger al lloroso porque algo entendía que le pasaba. Yo, viviendo fuera, ya casado, mi padre me contaba que José Antonio y Gema corrían por la casa y pasaban los días acompañándolos, mientras les daban vida a mis progenitores. 


Aurora era para nuestros padres una hija más y una gran amiga. Siempre fue buena cocinera y dada a compartir los guisos de sus calderos con Sebastián y Antonia. Compañera de partido de mi padre y presidenta de la comunidad de propietarios del edificio, durante muchos años, se visitaban, pues hacía vida juntos, y hablaban de política. Ya mayor, mi padre, Aurora, le traía las papeletas de las votaciones y él, pacientemente, rellenaba los sobres para repartirlos entre los más allegados de la familia.





Presumía Sebastián de la capacidad de Aurora para dirigir y resolver los problemas de los comuneros y de los vecinos del barrio, al haberse convertido en la líder de todos ellos. Ha resuelto el gran problema de los locales de las zonas comunes. Esta Aurora es tremenda, me decía… 


Sé que a ella le costó un gran disgusto cuando mis padres pasaron a mejor vida. En ese momento, también, mandaba sus termos con caldos para aliviarles las estancias en el Hospital. Ahora, yo mantengo el contacto con ella y he seguido la costumbre de sentarme en su siempre renovada cocina a tomar un café con galletas, un flan casero o un guiso de manitas de cerdo, según se tercie.


Aurora tiene nombre de amanecer. De luz que brilla y llena la vida de sus seres queridos. Mi familia ha tenido la gran fortuna de verse iluminada con ese halo de fraternidad y entrega por los demás. Ahora, yo recibo sus buenos días y noches. Nos contamos las novedades y el móvil es el aliado ideal para mantener la amistad que siempre nuestras familias tuvieron. Así espero seguir sosteniendo esas conversaciones y recordando a nuestros seres queridos que ya no están. 





De momento estamos y continuaremos con nuestras sanas costumbres. Que todos los días hay mucho de qué hablar. Que el tiempo no se le ocurra pasar sin un simple saludo, de buenos días, o una novedad en este mundo tan cambiante.


Que sepas que te seguimos queriendo y que ellos allá arriba están contentos de cómo lo estamos haciendo. Un beso, mucho más que vecina…




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