Para pedestal, no para sepulcro, se
hizo la tierra, puesto que está tendida a nuestros pies.
José Martí
Se sentó sobre el murete, apartó el jable y afianzando sus
pies descalzos sobre la tierra se dispuso a dejar sobre la triste lápida de
mármol, la franquicia de su equipaje.
Simples complementos de uso cotidiano: un sombrero de ala
ancha, unas gafas de sol, las llaves del auto, el móvil, sus recursos para el
maquillaje y el bolso de mano que tanto la socorría.
Y así se presentó ante su lecho, ochenta años después. Ante quien se había iniciado como heroína con
medallas y acabó como idealista y pragmática del fascismo británico.
¿Para qué sueños dañinos? ¿Para qué más cargas en la vida?
Si solo se necesita pureza de mente, sencillez en el alma y pies descalzos…
¿Para qué un corazón podrido por los malditos ideales? ¡Conteste
Miss Rotha Beryl Lintorn-Orman!
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