26 jul 2019

Un Segundo Almeida que sigue enamorado de su Unión Deportiva.



Con Segundo Almeida hace muchos años que tengo buena amistad, aunque desde hace un tiempo hemos estado algo alejados. No porque hubiera problema alguno en nuestra relación, sino por aquello de dejar los encuentros para mejor momento. Hace unos días hablamos y me puso al corriente de unos achaques que había tenido, propios de la edad,  quedando con él para vernos. Pasé la tarde del jueves en su compañía. Tengo que decir que lo encontré, para su edad bien, con las piernas un poco fallonas, pero de cabeza perfecto.

Dimos un repaso a nuestras vidas profesionales y a nuestra amistad. Allá por años setenta, cuando lo conocí, estando yo en quel entonces en Puerto Rico del sur grancanario, apareció un día por allí con Ángel Pérez (q.e.p.d), amigo también, que era periodista de casta de la radio y con  un tirón espectacular. Eran momentos en los que la U.D. estaba en la élite del fútbol español, con la presencia en sus filas de los llamados "argentinos de oro" que también visitaban con frecuencia mi casa. Segundo, por aquel entonces, junto a Antonio Lemus y Pascual Calabuig, acaparaban las tardes de fúbol y dividían los gustos de los aficionados del equipillo amarillo. Pasó un tiempo y me hice incondicional de su fácil manejo del micrófono y continué escuchándolo años. Incluso viví apasionadamente su enfrentamiento con Javier Ares a cuenta de la liguilla de ascenso de la U.D. y la demanda de Almeida de que Las Palmas, aún perdiendo con el Alavés, optara a una plaza. La Federación no le dio la razón a Almeida ni a la U.D. pero el locutor de la central madrileña, hoy en el ciclismo, tocó fondo por el manejo dialéctico y razonamientos del canario, en unas disputas en directo muy seguidas.

Pasado un tiempo y a consecuencia de la defensa de su arma más eficaz, su independencia, dejó la Cadena Ser para montarse por su cuenta en un proyecto estrella como fue Onda Isleña F. M., una emisora de radio creada con visión de servicio para la sociedad canaria. Allí apostó con lo que no disponía y, a base de créditos, sacó adelante aquel emblemático buque insignia, donde durante seis años tuve la suerte de llevar el programa Mundo Escolar.

Mi contacto y relación con Segundo fue de pura empatía. Se entregó a la causa educativa como uno más actuando con el equipo del programa de forma entrañable, respetuoso y defensor a ultranza de las maneras y los mensajes educativos que lanzábamos. Tanto es así que aquella franja horaria que acordamos, una hora los jueves por la tarde, se convirtió en dos en escaso tiempo. Y como anécdota que quiero se conozca  pues no es habitual en un hombre del cual dependía un gran número de operarios, cuando le pedí que eliminara la publicidad del programa y le expliqué las razones de que no estaba bien que los niños escucharan anuncios de marcas, no dudó ni un segundo. Dio las órdenes inmediatamente para suspender las cuñas durante el recorrido del programa. Fueron años de unas vivencias inolvodables y mi agradecimiento a mi amigo será eterno. Algún día con más tiempo hablaré de las muchas anécdotas que viví en aquella que fue mi casa y con su familia que fue la mía.




Segundo Almeida, además de hombre independiente, lo es también de palabra. Jamás fue necesario una firma para los acuerdos que llegábamos. Lo que acordábamos de palabra iba a misa, como decimos en nuestra tierra, algo no ya tan común y que echamos en falta en las relaciones humanas actualmente.

Por cierto, no puedo dejar pasar sus palabras de admiración y cariño hacia  Miguel Angel Valerón, mi alumno del Pajar, quien en su labor de comentarista de los partidos de la Unión Deportiva  en la TVC está brillando actualmente. Es para mí muy importante este detalle del maestro Segundo Almeida en favor de Miguel Ángel y su merecido quehacer. Ni tampoco su emoción y el brillo de los ojos cuando habla de su querido equipo. Segundo ama a la U.D. Las Palmas.

Por tanto, me alegró mucho de reencontrarme con mi amigo pasados los años. Creo que no dejaré de verlo con más frecuencia para acompañarnos e ir recordando las anécdotas, aunque algunas nos haga pensar y para salir de duda llamemos a Juan López, con un archivo histórico en su mente como jamás he visto.

Un abrazo amigo Segundo.