24 abr 2020

Los Leader´s

 
Los Leader´s actuando en el sótano del local (Asadero de Pollos) situado en la esquina del  Puente Palo. La batería era propiedad de  un conjunto que había actuado la semana anterior



Los Leader’s (Capítulo II)

A la vez que todo este fenómeno iba ocurriendo, Toba seguía en su barrio a aquellos que practicaban algún tipo de instrumento. Observaba también los movimientos musicales de la capital. Y se fijó en Manolo Bermúdez un joven que vivía al lado de su casa que acudía a tomar clases de solfeo. Tenía una guitarra y una melódica que las había obtenido como regalo de reyes.

Eran tiempos de las pandillas de chicas y chicos que se reunían en lo que se llamó guateques en todo el territorio nacional. La diferencia de los guateques canarios se fundamentaba en que los nuestros se hacían en las azoteas. Para eso se disponía de algo primordial en esta tierra, el buen tiempo y el tipo de construcción, sobre todo en las casas terreras. Solo era indispensable tener un pick-up, los famosos discos de vinilos para poder bailar con aquella joven o aquel chico que más gustaba, con la música de moda de fondo y los polvos talcos en el piso para propiciar el desplazamiento. Todos los que tenían discos los aportaban para que el baile funcionara. Manolo Bermúdez disponía de posibilidades y tantas veces repitió aquella experiencia que decidieron organizar un club de jóvenes al que llamaron  Hawái. En esa época se puso de moda el término Yé Yé. Éste había nacido en Francia, en un programa de radio, para denominar a un tipo de grupos musicales femeninos que hacían pop, sobre todo, y también algunos que se introdujeron en el Soul y el R&B. Este movimiento pronto se extendió por todo el mundo. También hay quiénes defienden la postura de que ese término viene de las canciones en inglés que repetían continuamente Yeah, Yeah (Sí, sí). Como fuere, ser un yeyé significaba estar en la vanguardia del pop y de la modernidad juvenil y aquellos chicos lo eran.

Un día, junto a otros chicos del barrio que estaban, como él, enamorados de la música y tenían el gusanillo de formar un grupo, se pusieron manos a la obra y crearon” un conjunto” (como también se les denominaba a los grupos de música moderna) al que llamaron Los Leader’s. Los componentes eran Manolo Bermúdez como primer guitarra, Fernando Roque (tristemente desaparecido) que tocaba la guitarra de acompañamiento, Santiago Hernández hacía sonar el bajo, Andrés Velázquez la batería y el propio Toba era la voz.

El lugar donde arrancaron e iniciaron los primeros ensayos fue en el Club Hawái, precisamente, y allí en los guateques llevaron a cabo sus primeras actuaciones. Luego, dieron el salto y optaron por ensayar en un local cerca de La Portadilla en la calle de la funeraria y, más exactamente, en una antigua vaquería. Este lugar era un almacén que el padre de Manolo Bermúdez tenía para guardar las mercancías que luego distribuía para las ventas.

Santiago Hernández trabajaba en la tabaquería El Deportivo, propiedad de su padre. Estaba situada frente al Bar Polo, en el Puente de Palo. Dicho bar tenía fama ya que allí se reunía toda la bohemia de la capital, además de todos los que venían a actuar al Teatro Pérez Galdós. En la tabaquería se vendían, además de balones, artículos de primera necesidad, chucherías y la Cuadrupleta de las carreras de los galgos, boleto que estaba muy arraigado cuando estaba en auge el Canódromo o Campo de España, donde se realizaban las competiciones de los galgos. Costaba dos pesetas la apuesta. Andrés Velázquez Robayna, aficionado a la pintura,  era un artista en ciernes. Desde pequeño le gustó practicarla, y a la vez acudía a sus estudios. Fernando Roque era el más completo de los músicos pues era capaz de tocar cualquier instrumento y también fue el mejor amigo de Toba.



                                                            Foto tomada de La Provincia.es

Los comienzos no fueron nada fáciles.  A pesar del gran interés y deseo por llevarlo a efecto, chocaban con el gran problema económico, por lo que tuvieron que agenciarse los instrumentos de segunda mano. Ese trapicheo se lograba en un boca a boca entre la juventud. Los instrumentos que dispusieron fueron unas guitarras Framus, un bajo Hofner, ambos de origen alemán; la batería era una simple caja y un plato; además, de unos aparatos de radios viejos que con unos altavoces conectados eran usados como amplificadores. A esto había que sumarle un soldador eléctrico, un rollo de plomo para soldar y un bote de ácido para ayudar en el menester. Se trataba de arreglar a tiempo los cables que se rompían y que eran imprescindibles para que todos aquellos artilugios e instrumentos funcionaran. Hay que recordar que en aquel tiempo muchas guitarras españolas pasaron a ser eléctricas a base de pastillas que se acoplaban. Todo ello con mucho ingenio y arte de los luthieres en que se habían convertido los jóvenes aficionados. También, la apertura, en 1962, de la tienda especializada en instrumentos musicales Orbis, propiedad del don Manuel Santana, en la Calle Mayor de Triana, vino a aliviar en gran medida las posibilidades de los grupos. Era el propietario un hombre afable. Tenía muy buen talante y vista comercial. Facilitaba las compras sin muchas trabas, al saber que tras la venta siempre había un alto grado de compromiso de los jóvenes. Se hacía el pago por el sistema de “letras”. Dichas “letras” eran unos pagarés que, en el noventa por ciento de las ocasiones comerciales, no se pasaban por el banco, lo que daba a la operación un aura de confianza mutua entre vendedor y comprador. Aquello que se denominaba “palabra de honor”, aportaba más valor al compromiso que la presencia del ente bancario con la posibilidad del recargo y sus intereses. 

Allí, en ese local de ensayo, fue por primera vez donde Toba empezó a tomar contacto con músicos de otros grupos; así conoció a Pantaleón que tenía un amplificador en condiciones que sonaba más que medianamente bien. A Toba le llamó la atención por el sonido que emitían sus dos altavoces. También hizo amistad con Carlos Butler y Carlos López, pues los visitaban a los ensayos y hacían sus pinitos. Dos principiantes más en aquella época y que con el paso del tiempo serían muy bien considerados en el ambiente rockero canario. Hay que consignar que este es un detalle importante, pues en tales momentos esos músicos, y otros muchos, formaban parte de una legión de grupos de rock de otros barrios de la capital que comenzaban a sonar. Los jóvenes músicos se saltaban los límites de sus procedencias para constatar cómo iban funcionando los compañeros y las novedades, rompiendo con ello el hermetismo que había dentro del ámbito donde estaban ubicados.

Los Leader’s se dispusieron a la tarea y ensayaron, canciones de Los Mustang, un grupo español que alcanzó la fama en los sesenta y que comenzó con música instrumental. Los Mustang encontraron un filón haciendo versiones en castellano de temas interpretados por The Beatles y de otros cantantes como Hervé Vilard y Jimmy Fontana. Sonaba, en aquel entonces, en el almacén, la voz grave de Toba interpretando 500 millas de Peter, Paul and Mary y, cómo no, también Madison Twist de Johnny Halliday. Ya mencioné anteriormente que para Toba era un placer cantar todos aquellos temas en los que su voz se ajustara o rozara los cánones negros de sus ídolos; pues bien, a los pocos meses de comenzar los ensayos, Manolo Bermúdez hizo valer su condición de dueño del local y núcleo sobre el que giraban las pocas posibilidades que tenían, para comunicar al joven intérprete que su voz no encajaba en lo que entendía como objetivo a conseguir y “lo invitó” a abandonar el grupo. Aquella noticia le supuso un tremendo disgusto, pues no entendía los motivos de su expulsión. Es sabido que Toba, siendo ya un rebelde para todas las posturas injustas, en la misma medida siempre fue un joven muy introvertido y serio para estas cosas y asumió sin aspavientos la decisión única y autoritaria de su compañero. En las conversaciones que hemos tenido sobre este mal trago, el cantante siempre ha justificado la actuación de su compañero, pues ya iba comprendiendo que su voz tenía algo de especial y diferente a lo que se hacía en los conjuntos del momento. No sería esta la única vez que tropezaría en su carrera con obstáculos no deseados, pero a fuerza de tesón los fue superando. El gran secreto del cantante, toda su vida, siempre ha sido su constancia y empeño en conseguir los objetivos con tesón y pundonor.

El conjunto continuó con sus ensayos. Una mañana, Fernando Roque fue al encuentro de Toba y le dijo que a las siete estuviera en el local para ensayar. No le quiso dar más explicación que la que escuetamente le había comunicado. Al cantante aquella noticia le cogió de sorpresa y a la hora acordada se presentó dispuesto para ensayar. Manolo Bermúdez cuando lo vio le preguntó qué hacía allí y si no había entendido. Fernando Roque tomó entonces la palabra y defendió a Toba: “Todos hemos decidido que Toba vuelva, si él abandona este local, hemos acordado que todos nos iremos”. Manolo Bermúdez comprendió que aquella decisión era un golpe a su autoridad, sin embargo, asumió la postura de sus compañeros, aunque no le agradara. Nunca más se volvió a hablar del asunto.

Cuando Los Leader’s contaban con una veintena de canciones decidieron comenzar su carrera artística y para ello iniciaron la búsqueda de actuaciones. Pronto llegó la primera. En la explanada de lo que hoy es el Hospital Insular, se instaló un pequeño circo itinerante cuyos artistas hacían sus números para los que amaban ese tipo de espectáculo. Hay que decir que en Canarias tiene su público, probablemente debido a la tradición y a la carrera espectacular que hacía ya aquellos años la más grande trapecista de todos los tiempos, la grancanaria Pinito del Oro y sus hermanos, los Segura. Pero este no era el caso, el contrato que se consiguió era para actuar como teloneros de la estrella del circo, una cabra que subía por una escalera y hacía equilibrismo sobre ella, o lo que le pusieran bajo sus pezuñas. Una experiencia que no todos los grupos tienen como inicio, pero que Toba y sus amigos asumieron con tal de hacer música ante el público. El resultado no fue malo, a vista de los jóvenes, y ello los animó a buscar otros espacios donde actuar.

Al poco tiempo, les surgió la oportunidad de actuar en el Mirador del Lasso donde había un restaurante, y a la vez una sala de fiesta que les sirvió de presentación más formal y duradera. Allí interpretaban sus canciones ante público nacional y extranjero que procedían de los primeros establecimientos hoteleros de la capital. Los guías de los touroperadores nacionales, como El Club de Vacaciones y los escandinavos Spies Rejser, Tjaereborg, Saga Tours etc., llenaban las guaguas de turistas, tres veces en semana. Allí, además de cobrar decentemente, se fueron afianzando en la profesión mientras los clientes movían sus cuerpos en la pista de baile. Además, tomaron contacto con lindas chicas, sobre todo escandinavas, que a la mañana siguiente los esperaban en la playa de Las Canteras para pasar juntos el día y la noche. Era época de discotecas que ya empezaban a funcionar en la capital, algunas de ellas muy concurridas cada jornada como Saxo Club, Aloha, Tam Tam Club y el Búho.

Ya en esos tiempos la vestimenta de los músicos, y a la vez de la juventud, comenzó a cambiar progresivamente. Camisas de colores estridentes, pantalones estrechos hasta los gemelos que se convertían en campanas (así llamados por su forma), botas negras de tacón alto y media caña con punta fina y chaquetones exageradamente visibles. Y en cuanto a sus pelos, largas melenas, con bigotes caídos hasta la barbilla y patillas anchas que cubrían media cara. En cuanto a las chicas, la diseñadora inglesa Mary Quant puso de moda la minifalda y las jóvenes de todo el mundo la siguieron, a la vez que cubrían sus piernas con botas o tacones finos de considerable altura. En cuanto a sus pelos, las féminas adoptaron el cabello cortado en redondo. Toda una revolución como signo de protesta y con ánimos de cambiar las costumbres ya establecidas tradicionalmente. También en Canarias fue así y Toba lo practicó como un joven más.

En una ocasión que Toba tuvo que actuar, salió de su casa y bajó por la calle Doctor Ventura Ramírez. Don Alfonso Melo, dueño del Torrecine, lo paró y le dijo que pasara al interior que quería hablar con él. Allí en la intimidad de su despacho, le habló de la siguiente manera: “Toba, ya sé que usted es joven ¿pero, dígame, no le da vergüenza vestirse de esa forma y bajar por esta calle con el ruido de sus tacones llamando la atención de todas las chicas y personas que viven al lado de la casa de unos padres tan serios y buenas personas como usted tiene? ¿No se da cuenta de que está dejando en mal lugar a su familia?” Toba no salía de su asombro y simplemente le contestó: “Yo creo que no estoy haciendo nada malo, solo voy a actuar y a cantar que es lo que me gusta”. Este ejemplo sirve para que se entienda cómo fueron estos cambios que la juventud experimentó y en la perplejidad de los mayores que formaban una sociedad cerrada y muy estricta.

La empresa Organización Artiles, arrendadora de El Restaurante del Mirador El Lasso, se estaba convirtiendo en un imperio y era dueña o, como el caso que he mencionado, arrendadora de diferentes restaurantes que posibilitaban la llegada de turistas y el baile, así que Los Leader’s se dieron cuenta de esta posibilidad y se dispusieron a proponerles el grupo para otros establecimientos. Las oficinas las tenían en la calle León y Castillo, frente al Banco de España y donde estuviera ubicado el Frontón Jai Alai, en el número cincuenta y siete, deporte que arrastró a muchos canarios a ver jugar a los pelotaris vascos. De aquellos deportistas vascos alguno formó matrimonio con alguna señorita canaria y al cierre del frontón, en el año setenta, terminaron fijando su residencia en nuestra isla. De todos ellos solo hubo un canario que jugara profesionalmente, Francisco Ortega, que desde niño siguió el juego con entusiasmo, hasta que consiguió debutar.  Pues bien, de esas conversaciones salieron nuevos contratos en la Grutas de Artiles, en la carretera de Santa Brígida a La Angostura y en el Restaurante La Luna, situado en frente del Aeropuerto de Gando. Estos contratos sirvieron para ir mejorando la instrumentación, ganar unas buenas pesetas y, sobre todo, superarse en la profesión.

                                                         Foto tomada de Internet. Pinterest

Tal es así que, en los Matinés del Cine Avellaneda, donde cada domingo se hacían espectáculos en los que los grupos competían, Los Leader’s, con una canción de Fernando Roque, letra y música del mismo, y dedicada a una “novia” sueca de Toba llamada Lena Svenson, ganaron el primer premio. El domingo siguiente a su actuación Toba se acercó al Cine Avellaneda para ver a los grupos que actuaban y tuvo la fortuna de observar a un grupo que le marcó. Sobre el escenario, el presentador anunció la presencia de Los Extraños, un conjunto de la zona de Las Alcaravaneras y Puerto. Su vestimenta, al estilo Beatles, con trajes de chaquetas cerradas sin cuello, su puesta en escena y su estilo musical, no le pasaron desapercibidos. Aquel grupo hacía rock y sonaba distinto y sus músicos dominaban los instrumentos y voces, lo que hizo que el cantante de Los Leader’s saliera de allí impactado. Pensó, definitivamente, que había otro mundo fuera de San José, y en ese espacio, sobre todo, un mundo de la música que quería conocer y disfrutarlo. Por tanto, pronto, haría amistad con todos ellos y se propuso salir de aquellos límites en los que se había convertido su barrio. En el futuro, con alguno de ellos, compartiría escenario en más de una ocasión. Los Extraños, en aquel momento, estaba formado por José Agustín Santana (Pepetino) quien cantaba y tocaba la guitarra rítmica, Armando Suárez (Mandi) primer guitarrista, Miguel García a la batería y Gustavo Román tocaba el bajo.  

Todo iba a pedir de boca, pero, como históricamente siempre ha pasado en las bandas de rock, las situaciones personales de los componentes de cada grupo hicieron que se produjeran cambios. Así, Andrés Velázquez dejó la batería y le sustituyó Jaime García (el Fósforo), quien a posteriori tendría una relación profesional duradera con Toba, así como Manolo Bermúdez, el que fuera punto embrión fundador, se fue y ocupó su lugar Páez (el Ciego).

Dos años más tarde, Toba sopesó la situación y ante una falta de proyección considerable del grupo, dejó Los Leader’s y también aquella etapa de iniciación y progresión, para tomar nuevos rumbos.