30 jun 2023

La gaviota y el poeta.



                               A Manuel Díaz Martínez


Volvió la gaviota de alas negras

y miró hacia el balcón donde

él construía las frases bellas.


Silencio, silencio, no hay poemas.


Siguió con su vuelo pausado,

dejándose llevar por la brisa.

Bajo sus alas, las olas gemían,

meciéndose entre rocas desnudas.


Posó sus patas sobre el balcón

y sobrecogida lloró sin consuelo.

Luego, preguntó a los viandantes:


¿Quién me hará ahora el poema?

¿Quién me acompañará en el vuelo?

¿Quién escribirá lindos versos?


Y, de nuevo, lloró sin consuelo.


¿Quién me hará ahora el poema? 

¿Quién vigilará mi vuelo? Repetía.


Silencio, silencio. Solo tristeza.


Voló alto la gaviota de alas negras.

Alcanzó con esmero el cielo. 

Allí, junto a Ofelia, encontró a Manuel.


Y, tras el poeta dedicarle una sonrisa, 

por fin, obtuvo la gaviota de alas blancas 

la razón de su existencia, el poema.


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