Con Carmelo López (a la derecha de la foto) y Domingo Socorro.
Carmelo es además como buena gente, lo que le resalto y alabo, poco dado a aparecer públicamente y mostrarse en los medios, y yo no sé como va a tomarse este post que yo me estoy permitiendo sin su autorización, pero vale la pena arriesgarse porque el buen amigo lo merece. Y por si tuviera que llevarme un tirón de orejas, lo asumiré con gusto. Lo aclaro ya que el amigo es tremendamente humilde y le gusta trabajar y dedicarse a su tarea en el silencio de su estudio y entre bambalinas.
Me he permitido también colgar algunas muestras de los trabajos, así como otras de algunos de los amigos que allí nos reunimos. Mis felicitaciones para Carmelo y un abrazo para su familia acompañado de mis congratulaciones por este recorrido personal en busca del cumplimiento de sus ideales.
Con Carmencita Peña Maestra y familiar del artista
Saludos. Esa noche de clausura de esta muestra del Maestro para mi fue el reencuentro con un tiempo, con una manera de vivir, con algunos compañeros y compañeras en el camino del vivir y del compromiso inquebrantable con la educación y la formación de los hijos de la pobreza de aquel tiempo. Una pobreza material pero con la maravillosa riqueza del interés por aprender, por el conocimiento. Tuvieron la suerte aquellos hijos e hijas del viento de tener el mejor plantel de Maestros y Maestras de escuela que se pudiera tener. Allí sin duda comenzó el Vecindario y la Santa Lucia que hoy tenemos. Gracias infinitas a cada una de ellas y a cada uno de ellos, por poner tanto amor en la educación de un pueblo entero, de una comarca. Ese es el poder del Maestro, el cambio de la sociedad con la educación y la formación por bandera, apostando por la mujer y por el hombre.
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